|
Las sacerdotisas de la Triple Diosa en la teleserie de Las Nieblas de Ávalon de 2001... versión neopagana feminista de lo artúrico |
Pablo J. Ginés, ReligionenLibertad, 16 de
Fevereiro de 2017
En junio de 2014, la arpista
y profesora de música Moira Greyland, hija de la famosa
escritora de ciencia ficción y fantasía Marion Zimmer Bradley,
creadora de las novelas de Darkover y Las nieblas de Ávalon, confirmó lo que algunos
rumoreaban: no solo su padre era un violador de
niños, sino que su madre abusó de ella y de otras personas y era «un
monstruo violento y frío» que
quería forzarla al lesbianismo.
La escritora había fallecido
en 1999. Sus fans, especialmente feministas, neopaganos y gays, intentaron desdeñar las acusaciones
contra una autora que había difundido sus puntos de vista
progresistas desde la ficción, con cientos de miles, o
millones, de lectores. Pero pronto se vio que Zimmer Bradley era
indefendible. Mark
Greyland, el hermano de Moira, confirmó las acusaciones (aquí en inglés) de
pederastia y violencia.
|
Marion Zimmer Bradley escribió docenas de novelas muy populares, tenía millones de fans que la admiraban... y era una pansexual que abusaba de sus hijos, los tenía aterrados y quería forzar a su hija a ser lesbiana |
Sexo en las novelas... en
realidad, propaganda pansexual
En las numerosísimas novelas
ambientadas en el planeta Darkover, destacaba una hermandad de mujeres que se
comprometían a no casarse, no someterse en nada a ningún hombre, tener hijos
solo «por placer o propio deseo» y que ven con normalidad el lesbianismo. Había
feministas que escribían a la autora anunciando que creaban comunas femeninas
con esos juramentos.
En «Las Nieblas de Avalon» (llevada a TV en una
miniserie), la protagonista es Morgana, medio-hermana del rey Arturo, y la
«religión de la diosa», más sabia, abierta y tolerante que el patriarcal cristianismo.
En ambas series abundan las
escenas de sexo en circunstancias escabrosas:
tríos, incestos, sexo ritual... a menudo casi por error o
casualidad. Muchos lectores lo veían como unos detalles de
ambientación «exótica» en novelas con culturas de fantasía. Al ser
«otros mundos» se veía en otro contexto. Pero ahora que Moira, la hija de la
escritora explica la ideología que su madre aplicaba, todo cobra un
sentido aún más turbio.
|
Trío sexual en «Las Brumas de Ávalon»: la puritana Ginebra, el casto Lancelot y Arturo se acuestan los tres juntos, queda claro el factor homosexual en ellos... cumpliendo la doctrina de Zimmer Bradley y su marido de que todo el mundo es homosexual |
«Lo que mi padre y mi madre
creían era lo siguiente: como todo el mundo es naturalmente
gay, es la
sociedad heterosexual la que hace que todos seamos unos acomplejados y, por lo
tanto, limitados». Por lo tanto, promovían el «liberarse» mediante el
pansexualismo: sexo de todos con todos (también con menores), pero el sexo
homosexual es mejor.
Tríos para despertar la
homosexualidad dormida
Eso explica, por
ejemplo, la escena en la novela de Darkover «Dos
para conquistar» en
la que dos hermanos gemelos/clonados empiezan compartiendo una chica
promiscua en un trío que pasa a ser un «todos con todos» y además con
poderes telepáticos, compartiendo las sensaciones.
O cuando Morgana logra que Lancelot, Ginebra y Arturo se
acuesten los tres juntos para tener un hijo «concebido en
el lecho con el rey». En ambos casos, los
tríos son excusa para mostrar que los personajes masculinos principales son, en
la circunstancia adecuada, homosexuales. Por no hablar de las
muchas escenas de lesbianismo, encubierto o no.
Cuando las reinas paganas,
madres adoptivas de Morgana, la regañan para que no le importe
yacer con su hermano Arturo, o
cuando la misma Morgana se queja del puritanismo
cristiano de la tonta reina Ginebra, no es difícil ver a la misma Zimmer
Bradley intentando
lograr – y enfureciéndose al fracasar – que su hija Moira acepte y
disfrute las relaciones lésbicas (las que la madre quiere que la hija
tenga). Todos los discursos en estas novelas sobre madres que introducen a
sus hijas en sabidurías ancestrales y liberadoras adquieren otro significado.
|
Los personajes de Las Nieblas de Ávalon en la miniserie de 2001: arriba los 3 cristianos (Ginebra, Arturo, Lancelot), y abajo las tres sacerdotisas paganas de la diosa, con Morgana en medio; a la izquierda el Pendragón pagano; a la derecha, el Chi-Rho Cristiano |
El feminismo de las
heridas y resentidas
Mark, el hijo de la
escritora, además de sufrir los abusos que le infligía su madre, vio que ella a
partir de cierto momento se convirtió en una gurú del feminismo. «Cuando se le
empezaron a acercar mujeres diciéndole cosas como que 'salvaste mi vida y ahora
no necesito matarme', ella empezó a poner caras nuevas y más y más acudían con
ella. Algunas estaban tan furiosas que me trataban como un criminal solo por
atreverme a ser un varón cerca de ella. A veces estas mujeres
infelices se reunían por docenas junto a ella y la veías feliz en su escenario.
Yo veía los rituales y otras rarezas de cerca y a distancia. El feminismo era
para mí un montón de mujeres muy infelices
contándose unas a otras como se las había herido».
Pero detrás había,
sobre todo, una cadena de maltrato y sexo. Marion Zimmer Bradley era lesbiana
(o bisexual, o pansexual) porque su padre abusó de ella, explica su hija
Moira. Y luego ella estaba dispuesta a abusar de sus propios
hijos y de otras personas, para mejorar el mundo con el poder del sexo.
Reproducimos a continuación,
traducido del inglés, el texto detallado con el que Moira Greyland explica cómo
fue criada en un hogar homosexual, lleno de abusos y con una ideología
pansexual que pretendía transformar el mundo, incluyendo el sexo con niños, todo
bajo los aplausos del mundo de la literatura.
|
Moira Greyland, la hija de Zimmer Bradley, en una foto promocional de joven, como arpista de música celta |
La historia de Moira
Greyland
Nací en una familia de
famosos escritores paganos y gays de finales de los años sesenta. Mi madre era Marion
Zimmer Bradley y
mi padre Walter Breen. Entre
los dos escribieron más de cien libros: mi madre escribía libros de ciencia y
ficción y fantasía (Las
nieblas de Avalon) y mi padre libros sobre numismática: era un
experto en monedas.
Lo que me hicieron es una
cuestión de desafortunado archivo público: es suficiente decir que ambos
querían que yo fuera gay y les horrorizaba que fuera chica. Mi
madre empezó a abusar de mí cuando yo tenía 3 años, y siguió
haciéndolo hasta que tuve 12.
La primera vez que recuerdo
a mi padre haciendo algo violento conmigo tenía 5 años. Sí, me violó. No me gusta
pensar en ello. Si quiere saber algo sobre sus correrías con niñas pequeñas y
tiene un estómago fuerte, busque en Google «Breendoggle», que fue el escándalo
que CASI le expulsa del fandom de
la ciencia ficción.
|
Walter Breen y Marion Zimmer Bradley, casados, promiscuos, homosexuales, y – bajo pseudónimo – autores de una apología de la pedofilia... que practicaban con sus hijos |
Lo que le repugnaba
profundamente era mi género, a pesar de sus muchas relaciones con mujeres y de
sus víctimas femeninas. Me dijo claramente que ningún hombre me amaría porque todos los hombres eran, en el fondo, gays y lo que les pasaba, sencillamente, es
que no habían aceptado su homosexualidad natural. Aprendí a comportarme de
manera masculina y a caminar sin contonearme.
Se pueden ver las huellas de
lo condicionada que estaba para rechazar mi feminidad en mi absoluta negativa a darme por vencida y en mi
franqueza. Y en mi decisión de ser directora teatral durante
una buena parte de mi vida. Pero una buena parte de mi franqueza es mi rechazo a aceptar la idea de que «en lo profundo de mí
misma debo ser un chico en el cuerpo de una chica». No lo soy.
Soy una chica agraviada por serlo y que intentó ser el «chico» que ellos querían que fuera.
Sexo del padre con
chicos y adolescentes
Es suficiente decir que no
fui su única víctima de ambos sexos. Crecí viendo a mi padre teniendo
«romances» (eso imaginaba que eran) con chicos, una fuente de frustración
porque siempre querían comida y dinero como
pago por el sexo al que les obligaba, y porque no le querían a ÉL (¡ES OBVIO!).
Intenté irme de casa por
primera vez cuando tenía 10 años, cuando fracasé en mi primer intento de
suicidio, y negocié irme cuando
tenía 13 años, diciéndole a mi madre y a su pareja – mujer – que mi padre
estaba durmiendo con ese chico que yo era. En lugar de llamar a la policía, como
hubiera hecho cualquier persona sensata, simplemente intercambiaron casa con mi
padre: él se fue a vivir a su apartamento, que yo llamaba «el
nido de amor», y ellas se trasladaron a la casa familiar.
Esto empeoró las cosas. Durante
un tiempo dormía en los sofás de salón de mis directores de la Renaissance
Faire, pero nadie podía acogerme para siempre. Como se pueden imaginar, con
mi padre había chicos adolescentes, drogas y no mucha comida,
aunque en mi adolescencia no pasé mucha hambre porque los libros de mi madre
empezaban entonces a tener éxito. Durante mi adolescencia viví en todo tipo de
lugares, pero volví a casa de mi padre cuando empecé la universidad.
Moira denunció a su
padre... murió en prisión
Un día trajo a un chico de
once años, con el permiso de su
madre, para que pasara con nosotros una semana. Me horroricé y me aseguré de
que el chico tuviera una habitación y ropa de cama. Cuando vi a mi padre sujetándole boca abajo y besándole por todo
el cuerpo, y vi los libros de pornografía, llamé a mi orientador,
con quien había acordado que llamaría a la policía si yo veía que sucedía algo,
y mi padre fue arrestado. Fue condenado a tres años de libertad condicional por
este delito.
Sin embargo, la noticia se
difundió y un hombre que le había alojado en Los Ángeles se dio cuenta de que
su hijo tenía la misma edad y preguntó. El resultado fue que mi
padre fue condenado por 13 cargos según el código penal de California,
puntos A, B, C y D. (Basta con decir que son distintos tipos de abusos
sexuales que no hay que cometer nunca con nadie, ¡menos aún con un niño!).
Murió en prisión en 1993,
después de que yo le denunciara en 1989. Conviene resaltar que ya tenía antecedentes penales que
se remontan a un arresto en 1948, cuando tenía 18 años.
No creían a Moira... hasta
que llegó la sentencia
Como se pueden imaginar,
aunque mi madre sabía lo que hacía mi padre, como también lo sabía mi
«madrastra», nadie me creyó hasta que fue
condenado, por lo que hasta entonces me tacharon de «histérica».
Esto está también en las
actas públicas: la fría indiferencia de mi madre y la
total falta de responsabilidad de mi madrastra son nauseabundas. Sus palabras debían
bastar. Ella sabía lo que él quería hacer.
En ningún momento busqué
justicia para mí, porque según mis convicciones morales yo debía proteger a
otros y, además, quería mucho a mi padre. Por lo tanto, aunque pensaba que podía
perdonar a mi padre por lo que me hizo, de ninguna manera pensaba que pudiese
perdonarle por lo que hacía a otros... y su última víctima no
fue un prostituto, sino un niño inocente al que le causó un daño terrible.
|
Zimmer Bradley publicó docenas de novelas de Darkover, aplaudidas como «ficción feminista», llenas de hombres que violan mujeres y las desprecian, y mujeres que se organizan para vengarse (o, a veces. sólo educarlos) |
Adoptar al amante
adolescente como hijo
En cualquier caso, mi
familia cerró filas alrededor de mi padre para protegerle y, en fecha más
reciente, ha cerrado filas alrededor de un pariente masculino acusado
de abusar de los hijos de su ex amante varón, a quienes consideraba sus
«nietos» porque había «adoptado» a su chico amante como si fuera su «hijo». Sí, lo
sé, esto produce tantas náuseas que es difícil leerlo, y lo siento de verdad.
De nuevo me han marginado,
me han tachado de «loca» e «histérica» porque, después de todo, ¿por qué
alguien con una larga historia de abuso de chicos adolescentes seguiría
haciéndolo? Por lo tanto, como hice cuando entregué a mi padre a la policía,
presenté una denuncia a la policía y lo mismo hicieron mis estudiantes,
horrorizados por lo que él dijo sobre sus «nietos».
El abusado se
excita... y para el abusador eso lo justifica
Ahora bien, es importante
resaltar que a los que les gustan los muchachitos no consideran que lo que
están haciendo es un «abuso». Para ellos es sexo, creen que es consentido y cualquier tipo de objeción será
ciertamente anulada por los orgasmos que están seguros les pueden provocar.
Y es la vergüenza por estos orgasmos lo que silencia a estas víctimas
masculinas y les convence de que «deben» ser gays. (A pesar de que luego se
casan con mujeres con las que tienen hijos.)
Según parece, 33 denuncias por pedofilia no fueron suficientes para
condenar a mi pariente masculino
anónimo. No es mi problema. Hice lo que pude y es fácil localizarme si
necesitan que, en un futuro, testifique. Perdonen mi fatalismo, pero los agresores sexuales no se detienen y es muy probable
que haya más víctimas. O alguien se ofrece a testificar o él
seguirá agrediendo sexualmente; o, quizás, al ser más mayor ahora, se muera
antes de sufrir las consecuencias de sus acciones.
Entre la época de la
denuncia de las agresiones de mi padre y las de mi otro pariente, conseguí mi
licenciatura en Música y me forjé una carrera como arpista y cantante en bodas. Me
casé y tuve hijos. Conseguí un Máster en Música y en 2007 empecé a enseñar
canto y arpa y a
dirigir óperas con dos compañías operísticas fundadas por mí: una en el Sur de
California y la otra en el Norte. También saqué un álbum de música celta [ejemplos en YouTube]. Sin embargo, nunca
he estado del todo satisfecha con mi carrera. Los artistas tienen que contar su
historia. Y la mía es muy fea como para ser contada.
Sí, estúpidamente volví al
norte de California. La amada esposa de mi primo estaba muriendo de cáncer y yo
quería ser parte de la familia, esperando que con la muerte de mi padre hubiera
desaparecido también su maldad. Me equivocaba.
Sacar a la luz el horror
oculto
El mes de junio pasado
(2014), una bloguera llamada Deirdre Saoirse
Moen me preguntó si había algo de verdad en los rumores que circulaban sobre
mis padres y
le dije que sí, que ambos habían abusado de mí y de mi hermano, como también de
una MULTITUD de niños. Le envié dos poemas que había escrito sobre esto; nunca antes había dicho nada públicamente sobre lo que
ambos me habían hecho.
Ella publicó mis emails y poemas en su blog, que se
difundieron con gran rapidez – y con gran asombro por mi parte – en 92 países. Me
llegó una miríada de cartas de personas que habían sobrevivido a abusos
sexuales. Intenté contestarlas todas rápidamente con simpatía y
calor, ¡lo que me dejó extenuada emocionalmente de un modo que a duras penas
puedo describir! A todo el que quería enviar dinero le pedí que lo enviara a
RAINN (www.rainn.org, Rape Abuse Incest National Network: Red Nacional de
Violación, Abuso e Incesto) y hubo incluso autores de antologías relacionados
con mi madre que dieron hasta el último céntimo de sus derechos de autor a esta
organización [seguramente se refiere a Janni Lee
Simner, que siguió escribiendo libros de la saga Darkover después de la muerte
de Bradley; en junio de 2014 declaró que
entregaría el anticipo por los dos libros de la saga y sus derechos de autor a
esta organización, N del T].
Otras personas quemaron sus
libros porque no podían soportar venderlos y ganar dinero con su maldad. Y
otras personas eliminaron los libros de sus Kindles y iPads.
La razón que he dado, y que
sostengo, por no haber hablado de esto es la siguiente: sé
que a mucha gente le gustan los libros de mi madre y no quería herirles ni
alterar sus vidas. Por eso me asombró y me turbó lo lejos que
llegó esta historia. Irónicamente, los superviviente que se beneficiaron de sus
libros han encontrado más fuerza en enfrentarse al abuso que en seguir con
ella. Mi admiración por ellos ¡es infinita!
Los que intentaron
silenciarlo
Es obvio que hubo mucho
debate sobre mi madre y mi padre. Siempre que alguien intentaba cuestionar mi
historia, cientos de personas le silenciaban. Surgieron los lameculos de siempre que
cuestionaron la edad de consentimiento y fueron abucheados. Para
mi sorpresa, me creyeron.
Tras ver lo que le sucedió a
la hija de Woody Allen, pensaba que si hablaba seguramente no podía esperar
otra cosa más que una ejecución pública virtual, pero de alguna manera mi madre
me «protegió» con sus PROPIAS PALABRAS.
Cuando ella fue acusada de
abusar de mí había testificado, tibiamente, que
«los niños no tienen zonas erógenas». Ni siquiera se preocupó de
negar que me había atado a una silla y me había atacado con un par de alicates,
diciendo que iba a arrancarme todos los dientes. Con
su frío reconocimiento, nadie dudó de que había hecho las cosas de las que la
acusaban.
Con pseudónimo,
escribieron una apología de la pederastia
En cualquier caso, desde que
la verdad saltó a la luz, el tema de la pedofilia fue muy
evidente en sus libros para gente que, previamente, lo habían atribuido a la
historia o
a la licencia que se permite a un autor de ficción. Mi padre había escrito, con
ayuda de ella, utilizando el pseudónimo «J.Z. Eglinton», un libro en defensa
del sexo entre adultos y niños titulado Greek Love. De repente,
nadie tenía preguntas sobre lo que, para mí, había sido tan obvio desde el
principio.
¿Qué había cambiado a partir
de ese mes de junio? Desde que yo (y otros) denunciamos a mi pariente masculino
anónimo en el mes de noviembre anterior y decidí NO CONTACTAR para nada con mi
familia vista su respuesta, empezó a surgir dentro de mí la idea de que tal vez ser homosexual ERA la cuestión.
No es solo el abuso: es la
ideología pansexual
Es evidente que me habían
educado para ser totalmente tolerante. Años antes había leído a Satinover [Jeffrey Satinover es un psiquiatra y psicoanalista
americano, conocido por sus libros sobre temas controvertidos en Física y
Neurociencia, pero sobre todo por sus escritos sobre homosexualidad, matrimonio
entre personas del mismo sexo y el movimiento de los ex-gais, N del T.], el cual cree que los gays son
en general «pansexuales», es decir, que prefieren el sexo con TODOS, de
CUALQUIER edad y de CUALQUIER género, en lugar de estar limitados a una sola
persona; él lo considera, verosimilmente, un problema ético y moral más que una
«orientación» sexual.
No puedo decirles cuántas
lesbianas conozco que simplemente odian a los hombres, o que han sido violadas y no pueden pensar en el sexo
con hombres debido a su experiencia.
«Siempre me presentaron la
homosexualidad como lo natural»
Para mí, mi investigación
sobre la homosexualidad fue casi un secreto culpable: yo,
pensando en lo impensable. Después de todo, siempre me habían
presentado la homosexualidad como un estado natural: yo era una «acomplejada» y una «mojigata» porque, a pesar de la súplica
de mi madre para que «intentara lo otro» y «¿cómo podía saber que era
heterosexual?», no podía aceptar el ser gay.
Lo que mi padre y mi madre
creían era lo siguiente: como todo el mundo es naturalmente
gay, es la sociedad heterosexual la que hace que todos seamos unos acomplejados y, por lo tanto, limitados. El sexo
impulsa a la gente a tener sexo con todos, lo que hace
posible la utopía, elimina la homofobia y ayuda a la gente a
convertirse en «lo que realmente es».
También destruye la tan
odiada familia con su paternalismo, su sexismo y su discriminación por edad
(sí: para los pedófilos, eso existe) y todos los otros «ismos». Si
un número importante de niños es sexualizado lo suficientemente pronto,
entonces la homosexualidad será de repente «normal» y aceptada por todos, y las viejas
nociones sobre fidelidad desaparecerán.
Al estar el sexo integrado
como parte natural de toda relación individual, las barreras entre la gente
desaparecerán y la utopía aparecerá. La cultura «heterosexual» emprenderá el
mismo camino hacia la desaparición que emprendieron los dinosaurios.
Como solía decir mi madre: «A los niños se les lava el cerebro
para que crean que no quieren sexo».
Lo sé, lo sé. La estupidez
de esta tesis es supina y la consecuencia actual son adultos de cuarenta años
en terapia por abuso sexual, muchos, muchos suicidios y vidas
destruidas para casi TODOS. Pero
alguien necesitaba decirlo. ¿Alguien escuchará?
Las víctimas de la
pansexualidad: suicidios y traumas
Había seis personas
Sin-Nombre en el juicio de mi padre, que no testificaron, y dos víctimas, que
sí lo hicieron. Sigo en contacto con una de ellas. Unos fans de mi madre le
silenciaron de modo tan feroz hace unos años que sigue sin poder hablar de ello.
No sé cuál ha sido el
destino de todos estos Sin-Nombre, pero sé que uno murió alrededor de los
cuarenta por trastornos de la alimentación, incapaz de hablar sobre lo que
había ocurrido, y sé por lo menos de uno de la lista de 22 nombres que di a
la policía como potenciales víctimas de abuso que se suicidó en 2013.
Sé también de un número de
víctimas de mi padre que no testificaron porque lo amaban. Como nota personal,
entiendo por qué: de todos mis parientes, era desde luego, con mucho, el más
amable. Después de todo, él era sólo un violador en serie. Mi
madre era un monstruo violento y frío cuya voz me producía calambres en el
estómago.
La amante lésbica, la
«hija gay» que había querido tener
Un breve apunte sobre mi
«madrastra»: ahora niega haber sido lesbiana, después de estar 22 años con mi
madre, y se ha casado con un hombre. Por lo tanto, cuando
«nació», ¿qué era ella? ¿Nació gay y ahora vive «negando» su «verdadera
naturaleza», como dirían los gays, o estaba embobada como una niña con mi
madre, que hizo lo que hacen los famosos, aprovecharse de su inocencia y
emotividad infantil?
Tenía 26 años cuando empezó
la relación con mi madre. Más tarde me dijo que mi madre había «abusado» de
ella. No puedo utilizar esta palabra para ella: tenía 26 años. Pero ella SÍ que
llamaba a mi madre «mamá». Y gran parte de su relación se basaba en
demostrar que ella era «mejor hija» que yo: una competición que, en mi
opinión, estaba terminada antes de empezar. Soy la hija de mi madre. Es una
realidad biológica. Provocar orgasmos a mi madre no hacía
que mi madrastra fuera una hija mejor; simplemente se engañaba.
Y como puede observarse ahora, ella DEBE ser la «hija mejor» porque la
denuncié. No hablo con ella.
En marzo de 2015 contacté on
line con Katy Faust,
uno de los seis hijos de gays que presentaron un testimonio al Tribunal
Supremo oponiéndose al matrimonio entre personas del mismo sexo. Nos escribimos
y me fui de California. Todavía estoy tambaleándome por la muerte de los
últimos coletazos de mi negación.
¿Denunciar el abuso? Vale.
¿Criticar la ideología LGBT? ¡No se admite!
La homosexualidad ES el
problema. El problema ES la creencia de que todo
tipo de sexo, todo el tiempo, curará, de alguna manera, los problemas en lugar de crearlos.
Empecé a hablar contra el
matrimonio homosexual y, al hacerlo, perdí incluso a mis defensores más firmes. Después de todo, necesitan ver a mis padres como locos
criminales sexuales, no como homosexuales que defienden firmemente sus posiciones
éticas intentando crear una utopía según su
estúpida fantasía.
No están dispuestos a
aceptar la posibilidad de que la homosexualidad puede, en realidad, destruir a
los niños, e incluso a los adultos, que insisten en permanecer en su servidumbre.
Ahora bien, a la gente
bienintencionada que cree que estoy extrapolando mi experiencia a una comunidad
gay más amplia, me gustaría explicarle por qué creo que esto es así: por mi
experiencia en la comunidad gay, los valores de esta comunidad son muy diferentes. Ellos
asumen que TODOS son gays que no han salido del armario y defienden que el sexo precoz evitará que los niños gays permanezcan
dentro de este armario. Y que esto hará feliz a todos.
Si dudan de lo que digo,
busquen «edad de consentimiento», «twinks» [término que describe a hombres homosexuales de
apariencia joven y que apenas superan o no han superado la mayoría de edad.
Suelen ser personas con aspecto de adolescente o adulto joven, con cuerpo
delgado, ectomorfo, usualmente lampiño o con poca cantidad de vello corporal o
vello facial, N del T], «discriminación por edad» y los escritos de
NUMEROSOS autores de izquierdas que creen que el
sexo precoz es, de alguna manera, «beneficioso» para los niños.
Debido a mi larga
experiencia con la comunidad BDSM [Bondage y Disciplina, Dominación y
Sumisión, Sadismo y Masoquismo], es
mi creencia que la homosexualidad es una cuestión de IMPRONTA, como lo son las
fantasías BSDM. Para quien practica BDSM, la práctica continua de la fantasía
es sexualmente excitante. Para la persona gay, obviamente, lo mismo. Sin
embargo, por lo que yo he podido ver, ninguna de las dos sana.
La cadena del abuso genera
el desorden
Mi madre se convirtió en
lesbiana porque fue violada por su padre. Mi padre sufrió abusos de un
sacerdote y
consideró que era el único amor que había recibido. Hay tan poca gente que es
sólo gay que es casi inexistente; la mayoría tienen relaciones con personas
de ambos géneros, como era el caso de mis padres y otros
familiares.
Lo que separa la cultura gay
de la cultura heterosexual es la creencia de que el sexo precoz es bueno y
beneficioso y la seguridad (no piensen por un momento que ellos NO lo saben) de
que el único modo de producir otro
homosexual es proporcionar a un chico experiencias sexuales ANTES de que le
«estropee» la atracción por una chica.
Si usted está de acuerdo con
esto, y puede no estarlo, vale la pena que lo considere. Si cree que estoy
equivocada, está en su derecho, pero esté atento a la GRAN CANTIDAD de
historias de abuso sexual y transgénero que surgen de estos «matrimonios» gays.
De hecho, las estadísticas
relacionadas con el abuso sexual de hijos de gays indican
que el número es astronómicamente mayor si se compara con el de los hijos de
heterosexuales.
Obviamente, mi punto de vista es muy incómodo para la gente
progresista con la que me crié: se me «permite» ser una víctima
de abuso de mis padres y se me «permite» ser una víctima de una violencia
terrible. Pero, y esto es lo increíble, NO SE ME PERMITE culpar a la homosexualidad
de ambos por su
absoluta disposición a aceptar todo tipo de sexo, todo el tiempo, entre toda la
gente.
Pero esto no me va a detener
en absoluto. Seguiré hablando de ello. Me han
callado durante mucho tiempo. El
«matrimonio» homosexual no es nada más que un modo de remodelar a los niños
según la imagen de sus «padres»
En diez o treinta años los
supervivientes hablarán. Mientras
tanto, lo hago yo.
Moira Greyland
(Traducción
del testimonio de Moira Greyland desde el original en inglés en Ask the «Bigot». para ReL por Helena Faccia Serrano, diócesis de
Alcalá de Henares).