sexta-feira, 24 de junho de 2016


Ainda há bispos como deve ser...


«Podem encarcerar-nos, aplicar-nos sanções,

mas não nos calarão!»



O bispado de Alcalá de Henares denuncia o ataque à liberdade religiosa em Espanha: «sistemático, organizado, planificado e financiado».

El obispado de Alcalá de Henares, dirigido por Juan Antonio Reig Pla, ha hecho un llamamiento a la unión «en defensa de nuestros hijos» ante el acoso de los que pretenden imponer la ideología de género y el pensamiento único en los ámbitos social, político y educativo.

En los últimos meses, se han aprobado en distintas comunidades autónomas leyes que imponen la ideología de género y que han sido aprobadas en la mayoría de los casos con el beneplácito de todos los grupos políticos sin excepción.

Ante esta situación y ante los ataques a la libertad religiosa acontecidos en las últimas semanas en Valencia, el obispado de Alcalá de Henares ha emitido un comunicado en el que denuncia que el «ataque a la libertad religiosa es en España sistemático, organizado, planificado y financiado».

El obispado denuncia «la agresión promovida, jaleada, organizada contra los católicos» que tuvo una de sus manifestaciones más violentas en la profanación de la imagen de la Virgen difundida para convocar al «orgullo gay» en Valencia y en las denuncias, críticas y ataques que ha recibido el arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en las últimas semanas.

«No nos callarán, no tenemos miedo».

«Pueden encarcelarnos, ponernos sanciones administrativas, reducirnos a guetos, pero no nos callarán ni dejaremos que nos roben el corazón de nuestros hijos», es el mensaje del obispado que termina afirmando: «¡No tenemos miedo!»

El obispo de Alcalá de Henares, al igual que Cañizares, ha sido víctima del acoso del lobby gay y la izquierda radical a causa de su carta sobre la ley de transexualidad aprobada en la Asamblea de Madrid. Reig Pla, junto al obispo de Getafe, condenaba en esta carta la ley de transexualidad madrileña al considerarla «injusta» y fruto de un «pensamiento totalitario» que trata de imponer la ideología de género en los ámbitos sanitario y educativo.

En el comunicado emitido tras la avalancha de críticas vertidas contra Cañizares y la aprobación de diversas leyes de transexualidad, el obispado de Alcalá recuerda que la familia es una «sociedad natural» que existe «antes que el Estado» y posee unos derechos propios inalienables que han sido ignorados o minados «no raras veces» por leyes e instituciones.

El obispado pide, asimismo, defender a la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer y respetar el derecho a la libertad religiosa y a profesar públicamente la propia fe.


EN DEFENSA DE NUESTROS HIJOS

«El sensato actúa con reflexión,
el necio exhibe su ignorancia»
(Proverbios 13, 16)

Nota de la Delegación Diocesana de Pastoral Familiar (Alcalá de Henares) ante los ataques a la libertad religiosa ocurridos en Valencia y la promoción de leyes contra la familia.

De nuevo, ante la agresión promovida, jaleada, organizada contra los católicos, Nosotros, como esposos y padres, conscientes de que el bien de la persona, de la sociedad y de la Iglesia misma pasa por la familia, estamos obligados a proclamar a todos el plan de Dios intrínseco a la naturaleza humana sobre el matrimonio y la familia; promover estas dos instituciones y defenderlas de todo ataque dirigido contra ellas.

Recordamos a todas las familias españolas y personas de buena voluntad, la Carta de los derechos de la familia publicada el 22 de octubre de 1983 que establece:

1. La familia está fundada sobre el matrimonio, esa unión íntima de vida, complemento entre un hombre y una mujer, que está constituida por el vínculo indisoluble del matrimonio, libremente contraído, públicamente afirmado, y que está abierta a la transmisión de la vida;

2. Que el matrimonio es la institución natural a la que está exclusivamente confiada la misión de transmitir la vida;

3. Que la familia, sociedad natural, existe antes que el Estado o cualquier otra comunidad, y posee unos derechos propios que son inalienables;

4. Que la familia (fundada en la unión fiel, exclusiva, para siempre, fecunda de un varón y una mujer) constituye, más que una unidad jurídica, social y económica, una comunidad de amor y de solidaridad, insustituible para la enseñanza y transmisión de los valores culturales, éticos, sociales, espirituales y religiosos, esenciales para el desarrollo y bienestar de sus propios miembros y de la sociedad;

5. Que la familia es el lugar donde se encuentran diferentes generaciones y donde se ayudan mutuamente a crecer en sabiduría humana y a armonizar los derechos individuales con las demás exigencias de la vida social;

6. Que la familia y la sociedad, vinculadas mutuamente por lazos vitales y orgánicos, tienen una función complementaria en la defensa y promoción del bien de la humanidad y de cada persona;

7. Que la experiencia de diferentes culturas a través de la historia ha mostrado la necesidad que tiene la sociedad de reconocer y defender la institución de la familia;

8. Que la sociedad, y de modo particular el Estado y las Organizaciones Internacionales, deben proteger la familia con medidas de carácter político, económico, social y jurídico, que contribuyan a consolidar la unidad y la estabilidad de la familia para que pueda cumplir su función específica;

9. Que los derechos, las necesidades fundamentales, el bienestar y los valores de la familia, por más que se han ido salvaguardando progresivamente en muchos casos, con frecuencia son ignorados y no raras veces minados por leyes, instituciones y programas socio-económicos.

10. Que muchas familias se ven obligadas a vivir en situaciones de pobreza que les impiden cumplir su propia misión con dignidad.

La situación de ataque la libertad religiosa es, en España sistemática, organizada, planificada y financiada. Por ello, recordamos que el Artículo 7 de la citada carta establece: Cada familia tiene el derecho de vivir libremente su propia vida religiosa en el hogar, bajo la dirección de los padres, así como el derecho de profesar públicamente su fe y propagarla, participar en los actos de culto en público y en los programas de instrucción religiosa libremente elegidos, sin sufrir alguna discriminación.

Por tanto, Hacemos de nuevo un llamamiento para que nos unamos en defensa de nuestros hijos porque la familia tiene el derecho de ejercer su función social y política en la construcción de la sociedad.

Recordamos que:

a) Las familias tienen el derecho de formar asociaciones con otras familias e instituciones, con el fin de cumplir la tarea familiar de manera apropiada y eficaz, así como defender los derechos, fomentar el bien y representar los intereses de la familia.

b) En el orden económico, social, jurídico y cultural, las familias y las asociaciones familiares deben ver reconocido su propio papel en la planificación y el desarrollo de programas que afectan a la vida familiar. (Artículo 8)

c) La «fuente y síntesis de estos derechos es, en cierto sentido, la libertad religiosa, entendida como derecho a vivir en la verdad de la propia fe y en conformidad con la dignidad trascendente de la propia persona» (San Juan Pablo II,Centesimus annus, n. 47).

Asimismo, el «derecho a la libertad religiosa» es el derecho de «Todos los hombres deben estar inmunes de coacción, tanto por parte de personas particulares como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y ello de tal manera, que en materia religiosa ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia ni se le impida que actúe».

¡No tenemos miedo! Sabemos de Quien nos hemos fiado. Pueden encarcelarnos, ponernos sanciones administrativas, reducirnos a guetos, pero no nos callarán ni dejaremos que nos roben el corazón de nuestros hijos.

Nos unimos a las familias de la Archidiócesis de Valencia y sus pastores en la oración y en el corazón de la Santísima Trinidad.

Pastoral Familia y Vida de Alcalá de Henares





quinta-feira, 23 de junho de 2016


Os islamófilos


Alberto Gonçalves, Diário de Notícias, 19 de Junho de 2016

Na sua página do Twitter, a dona Catarina Martins recomendou um artigo do Público intitulado «Não sou Orlando, sou LGBT». O artigo, assinado por um «estudante» e «activista» (leia-se um rapaz do BE), fala em «ataque homo-bi-transfóbico» (caramba!) e termina a convocar as massas para uma marcha em Lisboa. Ao citá-lo, a dona Catarina Martins repete o cliché de outros grandes vultos da humanidade, incluindo a excelência que ocupa o cargo de primeiro-ministro: a matança naquela cidade da Florida reduz-se a um acto de homofobia, que segundo o dr. Costa «feriu de morte a Liberdade sic».


Apesar de a escrever com maiúscula, o dr. Costa tipicamente desconhece o significado da palavra. Liberdade é justamente permitir a existência de opiniões ou sentimentos distintos dos nossos, por patetas ou grotescos que os consideremos. A homofobia, enquanto pavor da homossexualidade ou ódio a homossexuais, é uma opinião ou um sentimento, matérias que só um espírito muito pouco livre pode achar criminosas. Numa sociedade decente, um indivíduo deve gozar do pleno direito de abominar gays, ciganos, brancos, banqueiros, esquimós, loiras, drogados, anões, políticos ou benfiquistas. Não pode é pôr as suas «convicções» (digamos) em prática a ponto de prejudicar alguém. Isso é que constitui um crime. O resto é, se assim o entendermos, mera estupidez.

E estúpido também é acreditar nas aflições de tantas almas perante os «ataques homo-bi-transfóbicos». Sobretudo quando essas almas defendem em simultâneo o exacto tipo de cultura que, em vez de ridicularizar a homofobia, incentiva-a. E que, em vez de punir as atrocidades cometidas a pretexto, legitima-as. Toda a versão «mediática» da discoteca Pulse ignora o elefante no meio da sala – e que partiu a louça por culpa de Newton e da gravidade.

A fim de evitar a demência terminal, convém reparar no elefante: Omar Mateen, o assassino, era muçulmano e afirmou agir em nome do islão. Os países subjugados ao islão condenam e perseguem legalmente os homossexuais. Os Estados Unidos, por exemplo, condenam e perseguem legalmente as criaturas que agridem homossexuais. Não me lembro de nenhuma ocasião em que, no «confronto de civilizações» ou no que lhe quiserem chamar, a maioria dos nossos alegados inimigos da discriminação estivesse do lado que costuma proteger as respectivas vítimas.

Será cisma minha, mas desconfio um bocadinho do «activista» que, mal termina a marcha contra a homofobia, corre a marchar pela Palestina (embora, concedo, sejam raríssimos os tiroteios nos clubes gay de Gaza). Para não fugir demasiado do imaginário, é uma figura tão credível quanto um entusiasta da Noite de Cristal que se afirmasse amigo dos judeus. Usar quem morre para alimentar uma «causa» sem nunca valorizar a causa confessa de quem mata é, no mínimo, um acto de oportunismo velhaco. No máximo, é patrocinar a chacina. Evidentemente, essa gente não é Orlando nem LGBT: é, como sempre foi, pela força que representar a maior ameaça ao Ocidente.

E, conforme se constata pelos alvos quotidianos dos terroristas islâmicos, organizados ou «espontâneos», o Ocidente não se esgota nos perversos sodomitas. Temos igualmente galdérias que exibem a pele na via pública, hereges que assistem a concertos de rock, tarados que aguardam aviões em aeroportos, infiéis que frequentam restaurantes, blasfemos que caminham pela rua, todos a pedir para que um mártir os rebente. As fobias, ao que se vê, são inúmeras, e se ousamos atribuir-lhes um padrão comum ganhamos mais uma: islamofóbicos.

As acusações de «islamofobia» são a tentativa de simular escândalo face aos triviais, e compreensíveis, receios do cidadão comum: lá por conter umas dúzias (ou uns milhões, não importa) de extremistas, o islão – homessa – é essencialmente moderado. Por mim, tenderia a crer piamente no islão moderado se este entregasse com regularidade os seus radicais filhos à polícia ou, na falta de esquadra próxima, os pendurasse no alto de um poste. A quantidade de desculpas prontas ou pesares tardios com que trata psicopatas faz-me duvidar ligeiramente do empenho do islão moderado em justificar a designação. É claro que muitos muçulmanos não sonham com a explosão de transeuntes. Porém, já que se pretende banir ou castigar opiniões, seria interessante questioná-los sobre o respeito que dedicam às mulheres, a certos grupos étnicos, a determinadas religiões e, se não for maçada, aos homossexuais. Aliás, eles respondem ainda que ninguém lhes pergunte. Os «activistas» é que fingem não ouvir.






A mensagem de Fátima na Rússia








1916

100 anos das aparições do Anjo


Sou o Anjo da Paz



D. Nuno Brás, Voz da Verdade, 5 de Junho de 2016


Tem passado particularmente despercebido o centenário das aparições do Anjo aos Pastorinhos. De facto, estas aparições tiveram lugar ao longo de 1916 e precederam as aparições de Nossa Senhora na Cova da Iria. No entanto, as aparições do Anjo são um prenúncio importante da mensagem e dos acontecimentos de Fátima, ajudando-nos a perceber o seu fio condutor.

Na primeira aparição, quando um forte vento sacode as árvores no meio de um dia sereno, aos Pastorinhos aparece a figura de «um jovem dos seus 14 a 15 anos, mais branco que se fora neve, que o Sol tornava transparente como se fora cristal, e duma grande beleza» (Memórias da Irmã Lúcia, I 62). Diz-se «Anjo da Paz» e convida à oração, ao reconhecimento de Deus, ligando desse modo a paz no mundo e a atitude de oração e de adoração.

Outra vez, no Verão e por entre brincadeiras, o Anjo mostra-se novamente a Jacinta, Francisco e Lúcia, identificando-se como «Anjo da Guarda, o Anjo de Portugal». Nesta altura, convida os Pastorinhos a uma das dimensões essenciais do serviço da fé: «De tudo o que puderdes, oferecei a Deus sacrifício em acto de reparação pelos pecados com que Ele é ofendido e súplica pela conversão dos pecadores». E acrescenta:

«Atraí assim, sobre a vossa Pátria, a paz».

E, finalmente, na terceira aparição, o Anjo dá a comunhão aos Pastorinhos, convidando à adoração eucarística, à comunhão com Cristo e com os seus sofrimentos.

A paz no mundo aparece deste modo ligada à oração, à adoração eucarística, ao reconhecimento do lugar de Deus na vida do ser humano e ao modo como nós, cristãos, no entendemos como membros de uma humanidade sofredora e onde a ausência de Deus faz sofrer.

Não creio que seja, de todo, um centenário a esquecer.






O rapaz que queria ser rapariga


Pe. Nuno Rosário Fernandes, Voz da Verdade, 12 de Junho de 2016

António e Joana são um casal feliz. Na sua meia-idade, apesar da instabilidade dos seus empregos, fruto da época em que estamos, vivem com alegria e testemunham essa mesma felicidade. Os seus dois filhos, a Sofia e o Tiago, frequentam a escola no 5.º e 7.º ano de escolaridade. Os dois vão à Catequese na sua Paróquia e o Tiago até gosta
de servir ao altar.

Recentemente, Tiago chegou a casa com muitas perguntas que deixaram os pais perplexos e preocupados. Na Escola, o Tiago ouviu um seu colega, rapaz, dizer que não gostava da sua sexualidade e queria, por isso, ser rapariga. Um seu professor, apoiando a causa, chegou mesmo a falar de uma teoria que Tiago já tinha ouvido falar na televisão mas que não percebia o que era: a ideologia do género.

O professor citou, então, uma frase que diz: «uma mulher não nasce mulher, torna-se mulher». Esta frase, de autoria de Simone Beauvoir, explicou o professor, é ponto de partida para esta ideologia que considera que somos homens ou mulheres não na base da dimensão biológica em que nascemos, mas nos tornamos tais de acordo com o processo de socialização. Por conseguinte, o género deve sobrepor-se ao sexo e a cultura deve impor-se à natureza.

Tiago, mostrando os apontamentos daquela aula em que o seu professor defendia acerrimamente esta teoria, fez ver aos pais que para esta ideologia, o género é uma construção social, e por isso mesmo este pode ser desconstruído e reconstruído. Pelo que, se a diferença sexual entre homem e mulher está na base da opressão desta, então qualquer forma de definição de uma especificidade feminina é opressora para a mulher. Por isso, a maternidade como especificidade feminina é sempre uma discriminação injusta. Assim, para superar essa opressão, recusa-se a diferenciação sexual natural e reconduz-se o género à escolha individual. Ou seja, o género não tem de corresponder ao sexo, mas pertence a uma escolha subjectiva, ditada por instintos, impulsos, preferência e interesses, o que vai para além dos dados naturais e objectivos.

Deste modo, se é indiferente a escolha do género a nível individual, podendo escolher-se ser homem ou mulher independentemente dos dados naturais, também é indiferente a escolha de se ligar a pessoas de outro ou do mesmo sexo. Deixa-se assim de falar em família e passa a falar-se em famílias.

Com esta descrição no caderno de Tiago, os seus pais ficaram apavorados, sobretudo pelo que começavam a ensinar na Escola, levando a crer que privilegiar a união heterossexual afigura-se a esta teoria como uma forma de discriminação. Por outro lado, e isso então deixou Tiago muito angustiado, porque gosta muito de seu pai e de sua mãe e de os chamar assim mesmo (pai e mãe), deixa de se falar em paternidade e maternidade e passa a falar-se, exclusivamente, em parentalidade, criando um conceito abstrato, pois desligado da geração biológica. Tiago ficou mesmo confuso.

Depois de ler o caderno de Tiago, e de ouvir as suas lamentações, observações e perguntas, o pai de Tiago procura explicar que esta teoria, chamada ideologia do género, salientando que esta teoria opõe-se radicalmente à visão bíblica e cristã da pessoa e da sexualidade humanas. Conversando pacientemente com o seu filho, António referia que o corpo sexuado, como todas as criaturas do nosso Deus, é produto bom de um Deus bom e amoroso. Uma segunda verdade a considerar na visão cristã da sexualidade, diz, é a da pessoa humana como espírito encarnado e, por isso, sexuado: a diferenciação sexual correspondente ao desígnio divino sobre a criação, em toda a sua beleza e plenitude: «Ele os criou homem e mulher».

A pessoa humana, continuava António ao seu filho Tiago, é a totalidade unificada do corpo e da alma, existe necessariamente, como homem ou mulher. Por conseguinte, a dimensão sexuada, a masculinidade ou feminilidade, é constitutiva da pessoa, é o seu modo de ser, não um simples atributo. É a própria pessoa que se exprime através da sexualidade. A pessoa é, assim, chamada ao amor e à comunhão como homem ou como mulher.

Com o desenrolar da conversa o tempo foi passando e logo chegou a hora do descanso de Tiago para mais um dia de aulas. Mas António prometeu a Tiago continuar o assunto, até porque é importante conhecer e esclarecer o que normalmente na comunicação social não é devidamente explicado. Mas as férias estão à porta e Tiago vai ter mais tempo para ouvir as explicações de seus pais.

Este texto é fictício, e para ele recorri ao texto original do documento da Conferência Episcopal Portuguesa sobre a ideologia do género, publicado em Novembro de 2013. Este documento, que convido vivamente a ler e que foi tema esta semana do Conselho Presbiteral do Patriarcado de Lisboa, já foi objecto de grandes elogios no Vaticano, e em algumas outras Conferências Episcopais. É, por isso, importante que o conheçamos para percebermos a cultura que nos querem impor e os valores que, enquanto cristãos, somos chamados a viver mas, acima de tudo a defender. Porque, «a ideologia do género não só contrasta com a visão bíblica e cristã, mas também com a verdade da pessoa e da sua vocação. Prejudica a realização pessoal e, a médio prazo, defrauda a sociedade. Não exprime a verdade da pessoa, mas distorce-a ideologicamente».

Documento «A propósito da ideologia do género»




segunda-feira, 20 de junho de 2016